Un reportaje de Corredores de Ideas



Un año más los Chocalheiros de Ficalho han recorrido las estrechas calles de Alpedrinha en los días del Festival Chocalhos. Ellos van en silencio, en formación casi militar, pero la algarabía que montan hace que los reconozcamos a cientos de metros de su llegada con su sonido monótono, telúrico, atávico, el sonido de la memoria, y se aproximan como fantasmas por las calles empedradas camino de Picadeiro.

Y es que ya sabemos que los Chocalheiros no bailan. No tocan. No cantan. Pero hay que verlos, al menos, una vez en la vida.

Afortunadamente ya vamos perdiendo la cuenta de las veces que nos los hemos encontrado en Serpa o en Alpedrinha. Y por ellos volvemos una y otra vez al Festival Chocalhos.

Y siempre recomendamos el mismo hábito. Acompáñales en silencio. Siguiendo el ritmo de las zumbas que hacen sonar y viajarás a tiempos arcanos, a la Edad de Oro, a la curva da estrada de Pessoa.

[El reportaje]



Pero en este 2018 el viaje interior comenzó en el Palacio de Picadeiro, en la parte alta de la hermosa villa serrana. A veces conviene economizar esfuerzos. Y es que la subida desde el Terreiro hasta Picadeiro, en horas de calor, es poco romántica, para qué nos vamos a engañar.

En los muros de Picadeiro se encuentran algunos muebles del Marceneiro Real. José Joaquim Dos Santos Pinto. El exquisito carpintero que iluminó algunos de los muebles que habitaban los salones del palacio real lisboeta antaño. Puedes contemplar imágenes y recuerdos de Os Lusiadas y referencias míticas. Es un breve periplo. Pero recorrerás viejos paisajes de la memoria lusitana.

[El carpintero real]



Como cada septiembre Chocalhos vuelve a Alpedrinha

[Especial Alpedrinha]

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Oeste. Septiembre. Dieciocho. 2018