El Espíritu de Évora
Quédate con el nombre de la Praça do Giraldo

By Cantarrana.



Los domingos de Évora están hoy llenos de turistas y paseantes que llegan de Badajoz o de Trujillo. 

Se encuentran en la Praça do Giraldo, el corazón de la ciudad. Unos se dirigen hacia la Sé o hacia las ruinas del templo romano. Los hay que dirigen sus pasos hasta la Capela dos Ossos, y también los hay que se quieren acercar al Crómlech dos Almendres, a sentir el vértigo de los tiempos y el silencio de las catedrales megalíticas. Hubo un tiempo en el que en Évora reinaba ese reposo conventual y nada nos llegaba de su espíritu a Extremadura.

En los años noventa del pasado siglo el sonido bronco de una guitarra distorsionada nos hizo volver la mirada al Oeste.

En 1992 se comienza a hablar en los lugares para iniciados de Wild Angels y de un tal Couvinha y de sus sones oscuros, cercanos al metal. Fue lo primero que llegó a los rincones extremeños de Cantarrana desde la bella Évora. Luego llegaron más. En 1995, Jusyblazz asoma, tímidamente, la cabeza, y aunque tuvieron corta vida, su rock de garaje nos evoca el ambiente de los locales de ensayo al anochecer.

Quédate con un nombre. Pedro Pinto. Jussyblazz fue semilla rockera de proyectos imprescindibles como Why o la exquisita Kazoo Love Orchestra construyendo melodías de corte acústico y viajando a la país de la maravillas de la mano de Alicia. Un año después, 1996, la elegancia en forma de Houdini Blues se instala en las ruas de Évora. Una elegancia que aún permanece en el recuerdo por su pasión por el cine, la extravaganza y su enorme disco F de Falso, que despacharon, y se quedaron tan a gusto, en 2006. Un trabajo delicioso, irónico, mentiroso, optimista, maravilloso.

Dominus trajo los aires negros a la Praça do Giraldo. Tenemos pocas referencias de ellos, pero allá por 1998 nos sorprendieron con su participación sonora en el Concurso de Bandas. Ha llovido desde entonces, pero sus texturas hardcorianas y punkarras nos ponen los pelos de punta. Nunca mejor dicho.

Hablando de crestas, Blue Dolls aportó a finales de los 90 talante ácrata a las explanadas de la Praça do Giraldo, y Swamp trajo el rock de toda la vida y fue casa común de proyectos y nombres que llegarían años después. Son sólo unos cuantos. Hubo muchos más, sin duda. Pero gracias a ellos nunca más abandonamos la mirada hacia el Oeste. Luego llegó la decisión de crear el Proyecto Cantarrana. En 2010. Habían pasado muchos años desde esos fundacionales años 90, pero una de las primeras decisiones que se tomaron fue que Évora y su espíritu habría de ser uno de los pilares sobre los cuales construir nuestro proyecto.

¿Por qué Évora? Si hablamos de patrimonio, Évora es un lujo. Si hablamos de música, Évora es un ejemplo a seguir. Si hablamos de Cantarrana, que es por lo que estamos aquí, Évora es parte indisoluble de esta aventura. A estas alturas de nuestra hoja de ruta, no se entendería este proyecto sin la aportación que semana a semana viene de allí, y es que, en el fondo, y esa es la esencia, Évora no es allí. Évora es aquí. Bendito espíritu de harmonia eborense.

Marzo / Março / 2016

Este artículo forma parte del libro Som de Palco [90/99], editado en Évora en abril de 2016.