Un reportaje de Cantarrana



No, no es la mejor voz del mundo. Ni falta que hace.

Y a veces echamos de menos algunos momentos de juegos vocales que adornen los temas. Para arropar esa voz.

Da lo mismo. Este disco es una grata maravilla. Con coros o sin coros. Da igual.

Hermosísimos temas como Tierra, La última bala, Déjate llevar o Lágrimas de cristal, esa pequeña joya que da nombre al disco, nos regalan un fascinante trabajo. O Frágiles, la instrumental que aparece como intro. Y no es que nos apasione especialmente la línea gráfica que ilustra la obra.

A veces, con eso de trastear tanto con escultores y pintores de arte contemporáneo, se nos deforma la visión para otras perspectivas. Para otros enfoques. La cabra tira al monte, claro.

La primera vez que los vimos en directo fue en el Parque Sonoro de 2016. En Valdemorales. Luego les volvimos a tener en Cáceres, en el Womad, aunque seguimos a este proyecto desde el comienzo. De cuando David Delgado se acercaba más al talante de cantautor con guitarra acústica. Afortunadamente no nos consta que se haya sumado a esa cansina moda de cantante con ukelele.

Han variado algunos nombres de la formación desde 2013. Suele ocurrir.

Pero desde los principios hemos tenido de cerca una imagen doble. Con David Delgado y con Rubio Salas. Y no hay duda de que los modos atmosféricos de la guitarra de Salas son una de las señas de identidad de DA. Y que son los apellidos básicos del proyecto. La presencia permanente.

En el Parque Sonoro de Valdemorales nos embrujó ese sonido etéreo. Cuando descubrimos Ser libres y que nos transportó al rock progresivo. Luego vinieron La ciudad no duerme y Universos. Y los bajos pesados.

Y en esto que a principios de este 2018 nos sorprende con Lágrimas de cristal. Un gran disco de color violeta. Siete temas de placeres ingrávidos, como las guitarras de Salas. De metáforas planetarias. De escapada hacia las estrellas. Sobre el mar y las fronteras, tan colindantes como sus acordes marginales. Del margen. De Noche Americana. De textos reflexivos. Sobre el hombre y la naturaleza, y de lo mal que lo estamos haciendo todos. Y de cómo destrozamos a nuestra madre Tierra.

No esperes brincar como un poseso bailando estas lágrimas. Es una sorprendente sobredosis espiritual. Una obertura sobre la naturaleza ancestral y efímera. Este disco exige sosiego. Y escucharlo en bucle, dejándote llevar por los versos de Delgado. Y memorizar rimas de paisajes del Medio Oeste o de alguna serie a lo David Lynch, o de detrás de los setos del jardín. Y luego despertar como el que se sumergió en un sueño.

Y siempre te quedará la canción dedicada a su bebé. A una nueva vida.

Que es y será ya uno de los grandes discos del año, no hay duda. Y que una tarde de mayo a mitad de los 90 es posible que se intuyera esa fantástica Lágrimas de cristal. Una canción de pétalos de rosa. ¡Cómo emociona ese bajo súper grave! ¡Cómo te atraviesa el estómago! La memoria de la Tierra.

[Tierra]



[En el Parque Sonoro]



[Da]




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Oeste. Mayo. Seis. 2018.