Un reportaje de Corredores de Ideas



El 30 de octubre de 1976 Wolf Vostell presenta al mundo V.O.A.EX (Viaje de (H)ormigón por la Alta Extremadura) en Los Barruecos. Había recorrido con su viejo Opel Admiral buena parte de nuestro territorio, y hormigonando su propio automóvil incrustándolo entre el paisaje sobrecogedor de los campos de Malpartida, puso fecha a la fundación de su museo y marcó el calendario por el que Los Barruecos pasaron a la Historia del Arte.

En este 2016 que se acaba de escapar la fantasía que el artista judío alemán concibió en ese marco de belleza demoledora ha cumplido la cuarentena de años asombrando a medio mundo, y lo ha hecho con un almanaque repleto de exposiciones, intervenciones o algo así y conciertos o algo así también. Y como en el Correo del Oeste somos como somos, y la cabra siempre tira al monte, recordamos algunas secuencias temporales que tienen que ver, sobre todo, con los ruidos y las sonoridades que ha traído esta efemérides para celebrar el cuadragésimo aniversario del Bayreuth Vostelliano.

Pero como somos más cumplidos que un jueves, sacamos también a relucir recuerdos de otras experiencias que nos han marcado en este año que se nos va de las manos. Y salvo que se indique lo contrario, todo el material gráfico y visual es propio. En esta casa cuando robamos, lo decimos.

En abril llegó Ulrike Ottinger, la cineasta de la diferencia y que mantuvo una larga relación profesional y de amistad con Wolf Vostell. Ottinger documentó el 30 de octubre de 1976 el proceso de desencofrado de V.O.A.EX, la pieza fundacional del museo.

La exposición estaba compuesta por piezas y objetos muy diversos, como fotografías, material bibliográfico y audiovisual como dos cortometrajes dirigidos por la artista: 'Soberbia - El orgullo' y 'Fiebre berlinesa'.

En mayo aterrizaron en los Barruecos durante cinco días artistas noruegas y españolas para llevar a cabo el MVM & EXCHANGE 4y4, un proyecto que proponía un diálogo entre las propias artistas y el espacio natural, museístico y rural del museo y de Malpartida. Abajo le robamos el reportaje de este laboratorio a La Doncella Visual.

En el atardecer de San Juan, el 24/06/16, Hilario Bravo (HacheBé, para nosotros) nos citó en el molino. Nos había invitado a atisbar en el horizonte las primeras estrellas que anunciaban la llegada de la noche. El artista afirma que cada extremeño es portador de una estrella. Y fue a las nueve pm a la hora a la que nos citó. Y no hizo falta asomarse al horizonte.

La linde estaba aquí. En el antiguo molino del museo, justo detrás del rincón de la noria.

Y en ese molino, y siempre controlados por los gatos que habitan entre sus piedras, HacheBé y todos los que por allí pasaron pudieron conformar nuestro propio firmamento ritual.

En el atardecer de San Juan. Junto al lago. Al final, nos hicimos amigos de los gatos. Ellos son los guardianes de las estrellas que iluminan los Barruecos. La banda sonora de nuestras estrellas particulares venía firmada por Julio Bravo. Excelente banda, por cierto.

El 15 de septiembre se inauguró la exposición V.O.A.EX. Un viaje de Wolf Vostell. 40 años de un museo sin muros, el momento más destacado para la celebración del 40 aniversario del museo.

Ese mismo día comenzaba el décimo octavo Ciclo de Música Contemporánea de la mano del lisboeta Ricardo Jacinto y su cello tuneado. En la terraza del museo, a la vera de Pilatos, rodeado de sillas y veladores y de nuestros amigos los gatos,  Ricardo Jacinto juega con el instrumento explorando las relaciones entre el sonido y el espacio.

Aunque la técnica de aplicar un sistema de amplificación del sonido acoplándolo a un instrumento de estas características y usando multiefectos, ya sean analógicos o digitales, ya hace muchos, muchos años que lo hemos visto en algún garito de mala muerte de  Cáceres, Ricardo Jacinto consiguió mantenernos atados a la silla y en silencio riguroso. Lo cortés no quieta lo valiente.

Al día siguiente visitó Los Barruecos un checo. Ahora en un rato te lo contamos.

En noviembre apareció el gran José Iges por la cafetería del museo. Y lo hizo para presentar Dedicatorias, su proyecto discográfico de 2015.

Ya en su momento hablamos de esta presentación al más puro estilo Iges. Asistir a una intervención suya, en un lugar a través de cuyos cristales estás viendo caer la noche sobre Pilatos, es un lujo para recordar.

Dentro del mismo programa que nos regaló a José Iges, llegó en diciembre Michel Hubert. Ambos encuentros formaban parte del programa 'DISRUPCIONES. Reivindicar la tradición y el legado para avanzar', un proyecto confeccionado por la Asociación Amigos del Museo Vostell Malpartida y que ha formado parte de la efemérides vostelliana.

Michel Hubert nos trasladó con su marcado acento francés a los tiempos del Cabaret Voltaire y al espíritu que vio la luz en sus rincones, el movimiento Dadá.

Por un rato nos sentimos jóvenes asilados en Zúrich, esperando como entonces, 5 de febrero de 1916, a que llegara a nuestra ciudad la guerra que recorría Europa.

Más o menos como ahora.

Michel acabó trayéndonos los sonidos de aquellos poemas dadá, a oscuras, con tan sólo una linterna cosida en la frente. Suponemos que habrían sonado las sirenas, y, por precaución, nos recomendaban apagar las luces de las casas y de los cafés, y bajar a los refugios. Se prevé un ataque aéreo. Recuerda que estamos en plena guerra. Y todo puede pasar.

Más o menos como ahora.


[Galerías]






[Hilario Bravo / José Iges / Michel Hubert]

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[Audio Michel Hubert (Re-Visión Liga Pagana)]




Y volviendo con el checo, retornamos a septiembre. Que no, que no se nos había olvidado. Los entendidos denominan a Slavek Kwi un paisajista sonoro. El compositor checo presentaba Ultrealith Revisited el 16 de septiembre en el marco del mencionado Ciclo de Música Contemporánea.

Pero antes de hablar de su concierto o algo así, te vamos a contar una breve historia.

En el desierto Black Rock de Nevada, un lugar que tan sólo existe a efectos legales durante una semana al año, se viene celebrando desde hace tiempo el festival Burning Man, básicamente, Hombre en llamas.

La noche del sábado se quema una gran escultura antropomórfica de madera entre una turba de fuegos artificiales. Es, al parecer, un acto de renovación espiritual, de energía colectiva, de respeto ecológico, de arte y, por qué no, de entrega al trance.

En un principio esta fiesta fue concebida como una manifestación dadaísta, según los promotores, y ha estado muy relacionada con el Solsticio de verano y el eclipse lunar, el amor por la naturaleza y todo aquello que habla de lo efímero.

Cincuenta mil personas visten el desierto durante unos días de acciones artísticas, atuendos estrafalarios y encuentros místicos.

Ese 16 de septiembre de 2016 Slavek Kwi ordenó apagar las luces de la explanada del museo, las puertas de acceso, la cafetería, las balizas...

Los Barruecos se llenaron de sonidos de ranas, del curso del agua, de los animales de la noche, de luciérnagas y algunos artefactos tecnológicos.

Nadie la esperaba, pero la Luna quiso asistir al rito, y poco a poco fue elevándose sobre los tejados y asomándose a la explanada, y fue iluminando a Pilatos, y por un momento perdimos el norte y entramos en trance. Entramos en modo paz.

Vimos cómo comenzaba a arder el fuselaje del avión ruso, cómo prendían los monitores. Vimos, en fin, cómo se quemaba Pilatos. Y por un momento nos sentimos en Black Rock, en el desierto de Nevada. Burning Vostell.

La Luna fue alzando el vuelo y perdiéndose en las estrellas. El rito concluyó y volvimos aturdidos a casa. Silenciosos, ensimismados, desconcertados, creíbles.

Lo que esa noche escuchamos y vimos se guardará en los cajones de la memoria. Así que no se lo cuentes a nadie. Gracias, Slavek Kwi, por habernos hecho volar, por sentirnos privilegiados e ingrávidos.

[Slavek Kwi]




P.D. 1
Según cuentan las pequeñas crónicas del museo, hubo un día, allá por 2010, en el que, efectivamente, Pilatos salió ardiendo. Al parecer, fue una cigüeña la culpable.

P.D. 2
Este pequeño reportaje está dedicado a los gatos del museo y a José Alonso y Felipe, porque los primeros son los guardianes de las estrellas, y los segundos son los que arreglan los enchufes para que todo viva. Unos y otros, vayas cuando vayas, siempre están.

P.D. 3
La imagen del Burning Man procede del Daily News.


[Otras vostelladas]

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. Oeste. Enero. Seis. 2017