Eran días de la primavera de 1913. Un 23 de abril (qué coincidencia, el Día del Libro, aunque por aquel entonces no se celebraba). Un extraño personaje venido desde más allá de las montañas del Norte, llega a Casar de Cáceres para ejercer la docencia en la escuela del pueblo. Era Ángel Rodríguez, maestro de niños. Vestía al modo griego, y soltaba latinajos como la modista enhebra una aguja o el niño inventa nombres para sus soldados de plomo. Los más viejos del lugar cuentan del asombro y la perplejidad. Los más jóvenes deben saber que desde que Helénides de Salamina llegó a Extremadura, Casar de Cáceres ya no fue el mismo.


Fuente: Lusipedia


Oeste. Abril. Quince. 2010