Reportajes de Corredores de Ideas y Juan Sánchez Vinagre



No nos apasiona la obra ganadora. Hablando de escultura. Pero no nos apasiona nada de nada. Tanto que ni siquiera la inmortalizamos con nuestra súpermini cámara de fotógrafo aficionado.

Ni tampoco mucho la de fotografía. En fin, para qué nos vamos a engañar.

Pero eso es lo de menos. Lo importante que volvimos a Badajoz, un rato en la noche, un jueves de premios. Y ya llevamos algunos años trasteando el Luis de Morales, mientras no se puedan pisar las huellas maravillosas de Santa Catalina que tantas y hermosas sorpresas nos está deparando.

Y es que la muestra de los premios Ciudad de Badajoz es de visita obligada. Allí está medio mundo de eso que llaman el artisteo.

Ramón Castuera atravesando un río, Jorge Gil, Alejandro Pajares, Lou Germain, José Luis Hinchado, Juan Gila, Pako Pimienta, Manuel Castuera, Vicente Novillo, Paco Gámez o César David y su camándula en testarazo andaban por allí. Unos, en esencia, con sus propuestas y sus apuestas, otros, en presencia necesaria.

Pero sobre todo es una buena excusa para transitar y recorrer la Plaza Alta, y volver a recordar, una vez más, así, con el cercano eco de un chaval del barrio en cante flamenco en la otra punta de la plaza, o aquellos niños que juegan a la pelota en una esquina, por donde salen los coches del parking escondido, con unos y con otros, pasó la velada de inauguración. Y pasó como suele ocurrir: que si el cabreo porque no he ganado, que si el rebote porque las bases no estaban claras, que si vámonos a las Casas Consistoriales que quiero sentirme junto a la Alcazaba, que cuánto tiempo hace que no nos vemos y que en una noche de jueves las casas colorás parece que esperan el fin de semana, y el rebullicio y las cámaras de fotos para inmortalizar el encanto de este lugar tan sublime que entre todos hemos rescatado del tiempo y de la desidia.

Claro que nos gustaría que el montaje de la exposición se hiciera con más cariño. Que las esculturas no se estorbaran entre sí, que no aparecieran los inevitables trípodes de los altavoces de ese equipo de sonido que no acaba de sonar en condiciones delante de las propias esculturas, o los extintores y las bocas de incendio justo detrás de las piezas destrozando las instantáneas del fotógrafo aficionado con su súpermini cámara para torpes.

Claro que nos gustaría que uno de los nuestros, así, en plan clan, en plan mafiosillo de poca monta, ganara algún año el primer premio. Y eso que este año teníamos unos cuantos del clan seleccionados. Pero no ha podido ser.

En el fondo, eso es lo de menos. Otra vez será. Y otra vez volveremos a Badajoz, un rato en la noche, un lunes, o un martes o un jueves de premios. Y no lo hacemos por encontrarnos con el artisteo. Bueno sí, un poco. Lo hacemos por la ciudad. Bueno sí, un mucho. Como también lo hacemos cada sábado de septiembre en la Noche en Blanco. Por placer y por emoción.

Por escuchar cómo resuenan las patadas al balón en la pequeña plaza del museo mientras un joven le da al flamenco como si nada fuera con él.

Para eso está el jurado. Para dilucidar la categoría. Para eso estamos nosotros. Para guardar en la memoria esas noches de premios.

P.D.
Enhorabuena a los ganadores. Este año nos faltaba la gran Pía, que ahora curra en el nocturno.


[Reportaje I (Juan Sánchez Vinagre)]



[Reportaje II (Corredores de Ideas)]




By Corredores de Ideas. Oeste. Noviembre. Quince. 2017.


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