Un reportaje de Corredores de Ideas



Dicen los aventureros estelares que el deseo del hombre de explorar el universo, de acercarse a los planetas de la Vía Láctea, de preparar programas tan costosos para enviar cosmonautas y vuelos controlados, en el fondo responde, sobre todo, a la necesidad humana de volver a casa, de deshacer el camino andado.

Y es que ya que vinimos de las estrellas hacia ellas nos dirigimos.

El Tesoro de Aliseda salió pronto de nuestra casa, de nuestra geografía. Y en el fondo, tal como los romanos esperaban la llegada de los bárbaros con los ánimos por los suelos, según nos cuenta Kavafis, en Extremadura esperamos que el Tesoro vuelva a nuestro paisaje, de donde salió.

El 29 de febrero de 1920 los hermanos Victoriano y Jesús encuentran, por casualidad, el Tesoro de Aliseda, la joya de la corona de la cultura lusitana.

Al poco del hallazgo nos quedamos sin él. Lo llevaron a un museo y allí está aún depositado para gusto y deleite de los visitantes que, habrá que suponer, tanto dinero reportan al museo.

En Aliseda todos los meses de agosto, desde hace cinco años, nos recuerdan que por ahí anda su tesoro encontrado en su suelo y en vitrinas de otro cielo.

Lo de menos es si los actores son profesionales, que no lo son, si el texto es de nivel o si el montaje da para mucho.

Lo realmente importante es que se involucra medio pueblo, y que todos, una vez al año, recuerdan las aventuras y los sueños como si de una Isla del Tesoro se tratara. Buscando los planos de la ubicación, reclamando para que vuelva, reproduciendo las piezas del ajuar que algún día lució alguna dama de aquella sierra, y que luego entregó a la madre tierra.

El Tesoro de Aliseda. La joya de la corona.



[El reportaje]





[Reportaje de Juan Sánchez Vinagre]



Oeste. Agosto. Ocho. 2017



[Más tesoro]