Una reseña de Corredores de Ideas para Cantarrana

Para empezar, dos nombres.

Ya sabes que su apellido es muy habitual en estas páginas. De Miguel Ángel Gragera ya hemos hablado tanto, que nos alegra verle ya en su pueblo, en su teatro.

En este caso lo hace por estar detrás de la escena. Por dar aliento.

Y por aguantar los comentarios del público. Que si el telón cortafuegos, que por qué no hay humo, que si la batería retumba un poco, que mi guitarra no se oye, que si sube el bajo un poco.

Que si las gradas son poco estéticas, que ya sabes que el tema del uso del escenario como patio de butacas ya se usa hace años en muchos teatros.

Pero a todos sabe contestar por su talante. Y eso no es cuestión de inventos. Eso se nace o no se nace.

A David Carbonell y su teclado rojo, le tenemos menos controlado.

Y eso que ya le hemos visto con su piano digital con algún que otro grupo. Con Javato, con Seventh Sun, con Happy New Year….etc. Y ahora nos sorprende con sus teclas entre Los Chicos de Shooterville dando brillo a las nuevas canciones de Frágiles, el Ep que presenta Chop Chop.

No le gusta mucho que le llamemos freelance o mercenario…así que no lo haremos. Lo dejaremos en musicazo.

Chop Chop ofreció un concierto brillante. Era el escenario convertido en patio de butacas, con guirnaldas discretas, y con un riguroso protocolo covid, cultura segura, que para sí quisieran otros.

Lo primero que nos llamó la atención es que se trata un tipo campechano, pero de los buenos, no de los impresentables que vemos a menudo en la crónica social.

Y que a veces dejó de ser Chop Chop y fue Sergio López.

El de los pisos de Plena Inclusión.

Y sí, por su repertorio pasaron los temas de nuevo EP, Frágiles, con su excelente interpretación de su alquimista, ese tema que nos encandiló en el paisaje oro trigo y su guitarra solitaria. O su Palosanto. Hermoso tema, primoroso título. Y su Shooterville Blues, claro.

Alquimista es este Chop Chop. Y eso que el nombre de marras, su nombre in arte, como que no nos pone mucho, la verdad. Pero eso, en el fondo, es lo de menos.

Llegaron también En el mismo lugar, Un día y Quiero un poco, del primer disco. Y todas tejieron un tapiz de diademas. Y eso sí es lo importante, no el nombre. Un palio rutilante.

Tan brillante, que a veces, las campanas cercanas de San Pedro se sumaron al jolgorio íntimo que los chicos de Shooterville desgranaron.

Esperamos volver pronto para acceder por la puerta estrecha lateral, para adentrarnos, de nuevo, en otras caracolas sonoras, en otras noches a los pies del atrio santiaguista y su periplo sonoro por el Señorío de Montijo.

Ya sabemos que si está Miguel Ángel detrás, estaremos tranquilos.

[La galería fotográfica]



 
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Oeste. 16 de marzo de 2021.