By Cantarrana


Elia Maqueda es de Badajoz y además escribe poesía. Abandona Extremadura con destino Madrid ya hace unos años.

En 2009, junto a Pablo Medel, conformó el proyecto Medelia. Por aquel entonces decíamos: Música pop de ambientes folks. Medelia publicó en 2010 su primer trabajo, Light Breaks Where No Sun Shines, título que hace referencia a un poema de Dylan Thomas. Entre 2011 y 2012 publican, semana a semana, su última propuesta, Non-Places. La voz de Elia nos devuelve a los paisajes abiertos y a las tardes de picnic.

En 2015 encontramos a Elia Maqueda en Agnes, un proyecto protagonizado por mujeres y de aires eléctricos y ambientes de psicodelia.

En 2017 la situamos en Espiritusanto una propuesta más cercana al pop y a las armonías vocales y a eso que llaman dreampop.

Un poco antes, en 2016, nace Ruiseñora. Un proyecto que monta con el compositor y teclista Atilio González. En su primer disco, Siglo XX, comienzan a dibujar las señas de identidad que marcan su geografía sonora. La electrónica y la copla.

Y en junio de este 2019 ve la luz su segundo disco, Relente. Una auténtica maravilla de disco. Nadie mejor que ellos para definir un trabajo deslumbrante, donde casan La Violetera y Blade Runner. Sin olvidarnos del brasero de picón.

Ellos proponen un espacio común para mezclar saetas, psicodelia, el refranero popular y la mákina.

Lo llaman el neotonadillerismo, y es donde conviven nuestros patios, el serano y el relente, y los recuerdos de un micro universo alojado en los doblaos, casi de un realismo mágico vestido de alta tecnología.

Un paisaje donde se evocan pequeños himnos marianos de nuestra infancia y cantos de la memoria. Una vuelta de tuerca a la búsqueda de los Paraísos Perdidos. Una metáfora cósmica, en fin.

Relente contiene 8 temas, pero es tal el deleite que desprende este disco que se nos hace corto, como las magdalenas o las tostadas del desayuno y el pan con chorizo de la media mañana, que contaba Proust. Necesitaríamos más.

Y eso que, en el fondo, Y si lo vas caer, No sé qué hacer, Sarmientos (impresionante estación sonora), Érase que se era (se nos ponen los pelos de punta de la emoción), La poza en llamas, Una dehesa (poesía pura, minimalista, heridas, raíces, emoción a flor de piel), Cantinela, y En la casa grande resumen toda nuestra intrahistoria musical, de cuando vivíamos instalados en el paraíso. De los tiempos de la genuflexión. Restos de rebelión.

¿Acaso no proponía Blade Runner, en el fondo, un paseo por esos paraísos perdidos?

Estamos a mitad de año, y quedarán más discos por llegar. Es pronto todavía para decir que será el mejor de los que publiquen los músicos y artistas extremeños en 2019. Pero es seguro que será el más sorprendente y deslumbrante. Y Dehesa. Siempre Dehesa.


By Cantarrana. Oeste. Junio. 2019.


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